Inditex tiene un problema con las gaviotas, se posas en sus tejados y
lo ponen todo perdido. Para solucionarlo han instalado unos altavoces desde
donde se emiten gritos de halcones histéricos y han programado explosiones periódicas
para asustarlas. Los gritos histéricos se oyen casi constantemente, las
explosiones se programan en horarios relativamente más prudentes. El problema está en que
todo el complejo logístico de Inditex se ha integrado en un barrio residencial
del pueblo de Tordera que, desde que se levantaron las enormes naves, convive
con el movimiento de camiones, de coches, de gritos histéricos y de
explosiones.
Ahora, pleno verano, los que no disponemos de aire acondicionado,
dormimos con las ventanas abiertas por donde se cuelan los gritos y lo que es
peor, las explosiones. Hoy, precisamente, han empezado a las seis de la mañana,
una cada 3 o 4 minutos.
Es cierto, el gran complejo proporciona beneficios económicos al pueblo,
puestos de trabajo y… cierto dudoso prestigio; pero no proporciona convivencia,
ni paz social, pues el barrio en cuestión está exaltado y muy molesto.
Se ha avisado, se ha llamado la atención por pasiva y por activa, y no
se pone remedio. Quizás se tengan que tomar medidas más drásticas por parte de
los vecinos para que alguien ponga paz, y sobre todo, silencio en todo este
asunto. Quién sabe si manifestarnos ante los accesos principales para impedir
la entrada de sus trabajadores, con la consecuente falta de rendimiento laboral
y pérdida económica, sea una de las soluciones para, al menos, llamar la
atención a sus directivos que, hasta ahora, ni tan siquiera se han dignado en
ponerse en contacto con la asociación de vecinos del barrio al que, aunque les
duela, pertenecen.
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