"Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada,
porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada,
porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada,
porque yo no era judío.
Luego vinieron a por mí,
y ya no quedó nadie para hablar por mí."
Este poema, del que se
conocen multitud de versiones, lo escribió el pastor luterano Martin Niemöller,
en los años 30 del siglo pasado, ante la cobardía de los intelectuales alemanes
tras el ascenso de los nazis al poder y la subsiguiente purga de sus objetivos,
grupo tras grupo.
Llevo días leyendo en
las redes sociales entradas en uno y en otro sentido ante el debate sobre lo
que está ocurriendo en Catalunya. Muchos de las entradas negativas,
despectivas, incluso en muchas ocasiones insultantes, las estoy leyendo en los
muros de mis propios parientes desde Andalucía, sin que se hayan ni tan
siquiera preguntado si entre los apaleados hay alguno de los suyos (aunque por
lo que escriben supongo que dirían que se lo tienen merecido).
Para nada me apetece
entrar en polémica con nadie, ni en uno ni en otro sentido, y menos con los
míos. Veo y siento lo que pasa en el silencio más íntimo, y me guardo mi
opinión para mí. Pero cada vez que los leo me acuerdo de ese poema. Substituid
alguno de los apelativos por “catalanes”, o añadidlo si queréis, el poema se
podría alargar con otros adjetivos. Mi deseo más personal es que ninguno de
ellos se pueda encontrar en algún momento en los dos últimos versos del poema.
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