¡Cómo pasa el tiempo! El mes que viene se cumplirá
un año desde que mi nueva novela empezó a darse porrazos contra las puertas de
las editoriales por las que ha ido pasando. Se dio de bruces con las “grandes”,
esas que aseguran el tiro con nombres consagrados, premiados y adulados por la
crítica servicial; se acostumbró a recibir un NO como respuesta, por más que
ese “no” fuera acompañado de palabras mínimamente amables buscando cierta comprensión
y complicidad; y se sorprendió de los silencios con los que algunas reciben
obras ilusionadas para devolver únicamente indiferencia. ¡Sí, cómo pasa el
tiempo!
En estos once meses de espera, sabiendo de antemano
el comportamiento de la jungla editorial, no me he atrevido a dibujar ni una
sola sonrisa de ilusión; de sobras sé que el mundo de la publicación es muy
difícil. Pero, no os voy a engañar: escribir una novela es un trabajo arduo y duro
y, ante el fracaso repetitivo, es normal que, inconscientemente, me niegue a
dar rienda suelta a las ideas con las que se me ocurre como dibujar muchas más
páginas de imaginación; es normal que cada vez me cueste más sentarme a teclear
sin que pase por mi cabeza cuál será el verdadero destino de lo que tecleo: el
cajón de las ilusiones perdidas.
Ayer un buen amigo (gracias Rafa) me preguntó que
qué pasaba con mi nueva novela; lo reconozco, me sorprendió (agradablemente) su
pregunta. Quizás, además de Rafa, haya más gente que leyó en mi blog el
nacimiento de una nueva novela y está esperando noticias de ella. Está claro
que os debo una explicación. La novela ha vuelto al horno.
Mandé la novela a 10 editoriales (ALFAGUARA, ANAYA, ANAGRAMA,
SALAMANDRA, URANO, DESTINO, PLANETA, SEIX-BARRAL, RBA, y TUSQUETS). Después de
un recorrido inútil por sus puertas ha vuelto al horno. Le ha llegado el turno
al cambio de lengua. Estoy traduciéndola al catalán con la “mínima” esperanza
de que alguna editorial catalana se muestre interesada. Estoy volviendo a
disfrutar de lo que un día escribí en castellano ante la empresa de traducirlo:
artesanalmente, digiriendo párrafo a párrafo, línea a línea e idea tras idea. Este
proyecto de traducción me mantendrá ocupado unos cuantos meses por lo que podré
aparcar la sensación de fracaso o desilusión.
Os mantendré informados y, a vosotros, sí: ¡gracias
por leerme!