Ahora sí, qué curioso.
¿Cuántos
trabajadores de los que persiguen la cola del paro no hubieran sacrificado un
cinco por ciento de su sueldo por mantener su puesto de trabajo?
Sí,
es fácil refugiarse en la mala gestión de nuestro gobierno, en su falta de previsión,
en sus formas, siempre atentas más a la opinión pública que a afrontar la
verdad; pero, llegada esa verdad, me repito de nuevo la pregunta anterior,
¿cuántos?
Estoy
conforme (que no de acuerdo) en sacrificar ese cinco por ciento de mi sueldo si
eso sirve para que mi país dé, de una vez, un paso seguro hacia la tan deseada
recuperación. Pero ese paso adelante, esa conformidad no está exenta de
reflexiones personales.
Trabajo
en una escuela concertada. Sí, la palabra concertada a oídos de algunos de los
trabajadores de la escuela pública merece el consabido “vade retrum”. La
escuela a la que pertenezco está gestionada por una cooperativa de padres. Curioso,
¿verdad? No hay ninguna fundación, ni entidad religiosa, ni sociedad escondida
con ansias de recaudar, solo un puñado de padres que, tras un voluntarismo bien
entendido, sacrifican su tiempo y su dinero por un tipo de educación escogida.
Con todo y con eso mi escuela es concertada y yo creo en ella.
No
podemos olvidar que la escuela concertada cubre las espaldas a una
administración incapaz de dar servicio público a todos los alumnos. Pero la
solución le es fácil (aunque no siempre conocida): sin cubrir el coste real de
la enseñanza ofrece, condescendiente, una subvención en forma de concierto para
que los padres, en forma de cuota semanal, cubran lo que falta.
Nunca
se nos ha considerado funcionarios (¡Y qué más! Gritan algunos sindicalistas
cabeza de manifestación). Ni se nos ha considerado ni hemos gozado de los
privilegios del funcionariado (por ejemplo en el tema sueldos –eternamente
pendientes de homologación-; o en el tema horario lectivo –un profesor de
instituto público trabaja 18 horas lectivas, por las 25 que trabaja un profesor
de escuela concertada)
Pero
mira tú por donde, ahora que se recorta el sueldo a los funcionarios sí que se
nos mide con el mismo rasero; incluso se nos convoca a la huelga del día 8.
¡Qué curioso!
Pero…,
ningún problema, ya he empezado mi comentario aceptando el recorte. Solo una
reflexión final. Cuando las aguas vuelvan a su cauce, ¿nos seguirán
considerando como iguales o volveremos a oír sus gritos en las cabeceras de las
manifestaciones demonizando la escuela concertada?
Seamos,
por una vez, coherentes con nuestras voces.