Ayer, 10 de junio de 2010, hice la última excursión
del año. Con cuarto de ESO hicimos una salida (repetida ya por tercera vez,
siempre con el mismo curso) que conocemos como “La salida de Guerra Civil”: MUSEO DEL EXILIO, en La Jonquera; CAMPO
DE REFUGIADOS DE RIVESALTES, al norte de Perpignan; y lectura de poemas de
poetas exiliados o asesinados ante la tumba de Machado, en Cotlliure.
El primer año que visitamos el campo de Rivesaltes,
los responsables del “Conseil du Roisillon” nos mostraron un interesantísimo
proyecto de MEMORIAL en reconocimiento a todos aquellos que sufrieron aquel
paisaje. Ayer tres años después de aquella visita, el páramo abandonado en que
se ha convertido sigue igual.
Élodie Montes, nuestra guía, me explicó que hacía
pocos meses que había visitado, en Corbera D’Ebre, “115 días”, principal centro
de interpretación de la batalla del Ebro. Su emoción tenía muchos orígenes: la
composición de las exposiciones, el montaje audiovisual, pero, sobre todo, el
consuelo de los recuerdos familiares, ya que el hermano de su abuelo, miembro
de las brigadas internacionales, había muerto en aquellos paisajes. Después de
su visita todavía entendía menos las trabas que pone el Gobierno Francés en la
realización del proyecto de Rivesaltes. La explicación es más fácil de lo que
parece.
A lo largo de estos últimos 70 años, Rivesaltes ha
cumplido varios cometidos, y ninguno enorgullece al gobierno francés: campo de
refugiados de exiliados republicanos españoles (de finales de 1939 a finales de
1942); de concentración de población judía con destino al campo polaco de
exterminio de Auswitch (hasta el final de la segunda Guerra Mundial; campo de concentración para la
población argelina adepta a la metrópoli francesa en la guerra de independencia
de Argel (años 60) cuando esa población (des “arquis”), que había luchado a
favor de Francia recibió, como “premio” a su fidelidad, una estancia “gratis”
en aquellas dependencias; y hasta hace pocos años, como centro de internamiento
de inmigrantes ilegales, cerca del aeropuerto de Perpignan con el objetivo de su
repatriación.
De todos esos cometidos, ninguno enorgullece al
Gobierno Francés; porque, por ninguno de ellos puede sacar pecho. Ese es el
motivo de que no se haya movido ni una piedra. Con todo, Élodie me comentó que
ya habían conseguido los permisos de obras y que ahora, además de la
financiación (¡malos tiempos!) necesitaban el visto bueno de los ecologistas
que alegaban la existencia de tres especies autóctonas necesitadas de
protección.
Mi pregunta se hace obligada. El próximo final de
curso, cuando vuelva a homenajear a las víctimas del exilio republicano
visitando de nuevo la Jonquera, Rivesaltes y Cotlliure, ¿encontraré alguna
piedra en su nueva ubicación? ¿Se habrá empezado de una vez el reconocimiento
francés al trato despreciable que se dio al más de medio millón de refugiados
republicanos que cruzaron su frontera en busca de un consuelo amable, y solo se
encontraron con el batir de la tramontana en las playas de Argelés entre el
alambre de espino y las olas?
Siento darle la razón a Élodie, supongo que no. De
todas maneras, yo seguiré paseando entre las piedras desnudas de aquel campo
emocionándome con cada uno de los recuerdos encerrados en sus silencios.
La palabra "republicano" me parece demasiado generica, supongo que habría de todo, republicanos convencidos, otros a los que le "tocó" el republicanismo involuntariamente otros que lo único que pretendian era parar a Franco en el Ebro sin ninguna intención de reconquistar España para la república y quedarse ellos con el "Estat Catalá", tambien habría miembros, imagino" de eso que se llamó "El frente popular" y que fué una de las experiencias mas nefastas y terribles de la historia de España.
ResponderEliminarEn cuanto a que Francia deba crear o restaurar monumentos en memoria u homenaje a estas personas pues depende de que personas como le he dicho. No obstante le recordaré que tampoco hay en España nada que recuerde la memoria de José Bonaparte que fué bastante mejor gobernante que que esa herida lacerante que fué Fernando VII y al que si damos honor y gloria, será quizas simplemente que no eran de allí y eso, aquí, allá y en todas partes es por desgracia lo único que cuenta.