Ahora,
está al otro lado mi vida original,
es la otra orilla la que, azulada,
me llama a volver.
He reducido la distancia física
que de aquí me alejaba,
pero, hoy,
el que está lejos soy yo,
yo soy el extranjero, el extraño.
Ni de arenas calientes,
ni de bosque entre la niebla
se sustenta mi espíritu;
ni del sabor del sol,
ni de la nieve en los labios
se alimenta mi conciencia;
ni del aire del desierto,
ni del ruido ciudadano
se llena mi juicio.

Como puente,
con un pie en mis padres
y el otro en mis hijos,
estoy en medio de la ausencia
y la identidad.
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