Antes,
el aire jugaba con mis rizos.
Se entretenía con ellos
para llevar mi imaginación de la mano
y hacerla volar.
La llevaba lejos, zigzagueante,
por un cielo sin nubes,
sin más destino que un montón
de quimeras inalcanzables.
Cuando soplaba cálido
giraba mi rostro hacia el suyo,
buscándolo
y, entrecerrando los ojos,
me dejaba llevar.
Ahora,
desagradable, solo me despeina.
Son otros sus destinos,
otras las vueltas tras los árboles.
Su tibieza se perdió entre los desagües,
y es la lluvia y el frío
los que maltratan mi cabello,
incapaz de olvidar las caricias
de aquella mano invisible,
pero presente,
cariñosa y maternal.
Hola Quim, t'escribim des de la biblioteca i ens agraden molt les teves fotos.
ResponderEliminarFins aviat
Hola! Des de quina biblioteca m'escriviu?
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