Voy a ofreceros por estricto orden de envío y recepción, la correspondencia que he mantenido con el servicio al cliente de la marca FAGOR. Hemos tenido una grave avería en nuestro frigorífico y he usado la única arma del consumidor: el pataleo, en este caso, el pataleo público.
Aquí os copio mi primera carta:
"Estimados señores,
Fue el 3 de noviembre de
2010 cuando nos decidimos por el cambio de frigorífico. El antiguo, Fagor
modelo UC-2420, adquirido en 5 de junio de 1993, no había cumplido las
expectativas de tiempo (siempre esperas que duren un poquito más), pero el
frigorífico es un electrodoméstico imprescindible, y no es cuestión de esperar
demasiado tiempo, ni jugar con la calidad de lo que comemos.
Nos inclinamos por
repetir la marca, somos nosotros, los españoles, los principales interesados en
comprar lo que producimos en el país. El modelo adquirido fue el FAGOR FT-762.
Hoy hemos pagado una
factura de reparación de 332.75 €; curioso, más de la mitad de lo que nos costó
nuevo (630 €); y no me apetece para nada empezar a contabilizar todo lo que
había en el congelador y que con la espera de dos días se ha estropeado.
La pregunta es evidente
y la respuesta fácil: ¿volveré a confiar en la marca FAGOR? No sé si necesitan
que les dé la respuesta.
Es evidente que el poder
del consumidor es el pataleo, a veces pataleo público. Las nuevas tecnologías
nos ofrecen el escaparate de les redes sociales como ÁGORA moderna donde comentar,
informar y sugerir. No duden de que esta carta tiene allí su destino.
Atentamente,
Joaquín Haro"