Son las 8 y media de la
mañana, autopista A7, peaje de la Roca, un día normal y corriente al que
sumamos cuatro gotas de suave lluvia. Resultado: colapso, colas, 25 minutos de
espera y, encima, A PAGAR.
No hablamos de
políticos, ni de bancos, ni de ibex desbocado ni primas de riesgo que juegan al
escondite con nuestros deseos. Hablamos de la rutina diaria, del trabajo, de la
puntualidad, de la lógica, de… la vergüenza.
A los indignados de las
plazas de nuestras ciudades debemos sumar los silenciosos indignados diarios
respetando las colas de los peajes de las autopistas catalanas para… pagar. Más
que indignados… aborregados. Dan ganas de pasar por encima de las barreras que
nos alinean en el embudo para pagar a los que más tienen por poder ir a nuestro
trabajo y cobrar… menos.
Sí, vergüenza de peajes.
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