Pero, ¿qué es una trampa?
Según el diccionario de la RAE
(acepción nº8), una trampa es un ardid para burlar o perjudicar a alguien;
quizás no haga falta añadir que esa
burla o ese perjuicio lleva consigo el provecho ilícito de quién pone la trampa
para sacar partido de la inocencia del perjudicado.
Vaya por delante esa definición para
los que, en comentarios en otros foros a la entrada de mi blog “MOVISTAR: OFERTAS TRAMPOSAS”, afirman
que no ven dónde está la trampa. El objetivo de mi denuncia no es mi beneficio,
porque no existe ni puede existir (Movistar ya se pronunció ante mi queja
afirmando que no había caso:
“
… para informarle que se ha analizado su caso en detalle y no hemos encontrado
incidencia alguna relacionada con las cuestiones que nos plantea.”
El objetivo de mi denuncia es que no
haya más almas cándidas (como alguno afirma refiriéndose a la mía). Actualmente
podemos ver la oferta activa por Internet, el consumidor puede seguir
afiliándose a ella. Sí, es cierto, la oferta afirma que es de solo un año, pero
en ningún lugar se añade que, pasado el año, la factura pasará de los
aproximadamente 40 euros a los 60 o 65; y no se dice porque entonces la gracia
de la oferta no existiría. Es decir, el ARDID de los 40 euros burla al abonado
para perjudicarle al cabo del año con un 50 % más. ¿Quién obtiene el beneficio? ¡MOVISTAR, claro!
Ojalá que los lectores de mi anterior
entrada y de ésta, complementándola, no caigan en la trampa; ese será mi único
BENEFICIO.
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