Yo
tenía una cámara de fotos, una buena cámara de fotos. Llevábamos juntos,
aprendiendo el uno del otro, casi cinco años. Me costó 300 euros, para mí…
mucho dinero, pero valió la pena. Los dos teníamos una buena relación: ella me
enseñaba y yo, poco a poco, iba aprendiendo; la prueba son las buenas fotos
que, últimamente, empezaban a salir. Más del 90% de fotos que he ido colgando
en este blog las he hecho con mi PANASONIC, LUMIX DMC-FZ5. Incluso, a la hora
de estropearse, la pobre cámara tuvo el detalle de esperarse al último día de
vacaciones, si lo hubiera hecho antes me hubiera dado un disgusto.

Pero,
con todo el derecho del mundo, mi Lúmix se estropeó. Muy apenado consulté por
internet el servicio técnico oficial de la marca y todas las referencias me
llevaron a Calella (ESTARLICH), ellos debían ser los encargados de llevarla a
la central de Barcelona. Curiosamente, solo por el hecho de hacerse cargo de mi
cámara (y eso que los riesgos de pérdida los corría yo - era política de Lumix-) me pidieron 30 euros
(el 10 % del valor, qué curioso). Tres semanas después, desde el servicio técnico me han
informado del presupuesto para el arreglo de mi cámara, de mi estimada cámara: 350
euros. Sí, no me he equivocado. Ah, y está claro, así eran las condiciones, que
si no la arreglo… pierdo los 30 euros iniciales. No, no estoy de broma, no os
estoy tomando el pelo, es verdad. El arreglo (¿?) cuesta más que la cámara nueva.
Consultando por internet, veo que el modelo actual de mi cámara (mejor y más
moderno) vale 290 euros.

Evidentemente
que la marca lo que quiere es obligarme a desistir de mi arreglo, quiere romper
mi estrecha relación con mi cámara vieja para que me compre otra nueva, por eso pone
ese precio tan alto al arreglo. Es evidente que desisto del arreglo (aunque con
eso pierda los 30 euros del depósito inicial), pero lo que también es evidente
es que no pienso comprarme ninguna cámara más de esa marca y, además,
ejerciendo mi derecho al pataleo, invito a mis lectores a que imiten mi gesto.
Ningún producto de marcas que promocionan el consumismo, solo productos de las
marcas que cuiden al cliente y respeten su opción; que en este caso era, claro,
seguir con mi estupenda relación con mi cámara, mi muy estimada cámara.